La alegoría del carruaje

Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice: -Sal a la calle que hay un regalo para ti.

Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy "chic". Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más.

Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el frente de mi casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué bárbaro este regalo!”¡Qué bien, qué lindo...!" Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.

Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.

Me pregunto: "¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?" Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.

De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome: -¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?

Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.

-Le faltan los caballos - me dice antes de que llegue a preguntarle.

Por eso veo siempre lo mismo -pienso-, por eso me parece aburrido.
-Cierto - digo yo.

Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra vez y desde adentro les grito:
-¡¡Eaaaaa!!

El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende.
Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.

Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.

Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso.

Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.

En ese momento veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto. Lo insulto: -¡Qué me hizo!

Me grita:-¡Te falta el cochero!

-¡Ah! - digo yo.

Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los caballos y decido contratar un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.

Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde ir.

Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta.

Yo... Yo disfruto el viaje.

"Hemos nacido, salido de nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo.

A poco de nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los afectos.

Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es donde aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar racionalmente.

El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos.

No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque... ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de ti si fueras solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida? Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco puedes descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto. Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje..."

La amargura

Ciertas personas, movidas por el afán de construir un mundo en el que no pueda penetrar ninguna amenaza externa, fortifican sus defensas contra el exterior (gente desconocida, lugares nuevos, experiencias diferentes) y dejan el interior desguarnecido. Partiendo de esta situación, la amargura comienza a causar daños irreversibles.

El principal objetivo de la amargura (o vitriolo, que diría el médico de mi libro) es contaminar la voluntad. Las personas que sufren este mal van abandonando sus deseos, y al cabo de pocos años ya no consiguen salir de su mundo, pues gastaron enormes reservas de energía construyendo unas murallas altísimas con la intención de que la realidad fuese como habían deseado.

Al evitar los ataques desde el exterior, están limitando también el crecimiento interno. Siguen yendo a sus trabajos, viendo televisión, quejándose de los atascos y teniendo hijos, pero todo eso ocurre de manera automática, sin llegar a entender bien por qué actúan de esta manera –al fin y al cabo, todo está bajo control.

El gran problema del envenenamiento por amargura consiste en que todas las pasiones (odio, amor, desesperación, entusiasmo, curiosidad) dejan también de manifestarse. Transcurrido algún tiempo, ya no le queda al amargado ningún deseo. No tiene ganas de vivir, ni de morir.

Por eso, para los amargados, los héroes y los locos resultan siempre fascinantes: porque no tienen miedo de vivir ni de morir. Tanto los héroes como los locos son indiferentes ante el peligro, y siguen adelante aunque todo el mundo les diga que no deben hacer determinada cosa. El loco se suicida, el héroe se ofrece al martirio en nombre de una causa –pero ambos mueren, y los amargados se pasan muchos días y muchas noches comentando lo absurdo y lo glorioso de ambas acciones.

El amargado crónico sólo nota su enfermedad una vez por semana: las tardes de domingo. Entonces, al no estar trabajando o inmerso en la rutina que alivia los síntomas, se da cuenta de que algo no va bien. Nada bien.
Paulo Coelho/ La amarura

La paz sea contigo

"Un fuerte verano arreciaba en las planicies africanas y los animales andaban de un lado a otro en busca de agua para calmar su sed. Luego de fatigosas horas de marcha, un tigre y un jabalí llegaron por caminos distintos a una misma fuente de agua.
En cuanto se vieron, se lanzaron rugidos de guerra y corrieron hacia la fuente para tomar posesión de ella. El jabalí llegó antes que el tigre, pero cuando se disponía a beber el tigre lo atacó y lo derribó de un zarpazo. Enfurecido, el jabalí se enfrentó al felino y los dos se trabaron en feroz combate. Después de un rato de lucha, ambas fieras se sintieron cansadas y muy sedientas, y sigilosamente, y en tácito acuerdo, cada uno se retiró, a una orilla del lago a beber y a calmar su sed en paz, dándose cuenta de que al fin y al cabo había en esa fuente de agua espacio para los dos.
Más vale acabar las querellas, pues el resultado puede ser fatal para ambas partes". Esopo
"La Paz sea contigo" es una de las frases que más me gusta oír cuando asisto a misa, me parece emocionante que todos se deseen paz en medio de un buen apretón de manos, un abrazo y una sonrisa.
La paz es el resultado de una convivencia sana, llena de tolerancia y fraternidad entre todos los seres humanos. Para que la paz sea posible, se requiere de una sociedad justa, en la cual todos tengamos las mismas oportunidades para desarrollarnos como personas y donde nuestros derechos fundamentales sean respetados.
La paz no es necesariamente la ausencia de diferencias y conflictos, sino la capacidad de manejar dichos conflictos y superarlos por medio de métodos no violentos, como la comunicación, los acuerdos, la solidaridad, la cordialidad, la tolerancia y la flexibilidad, además de un gran sentido de justicia. Que nunca se nos olvide que el respeto al derecho ajeno es la paz.
Lo contrario a la paz necesariamente es la violencia, que no es más que el uso de la fuerza para resolver los desacuerdos o conflictos, como consecuencia de la intolerancia, los prejuicios o el desconocimiento.
La paz comienza en casa, por eso debemos ser lo suficientemente inteligentes como para escuchar a los demás, para aceptar sinceramente sus opiniones y puntos de vista, propiciando un diálogo franco y justo de entendimiento y nunca, por ningún motivo, tratar de imponer nuestras ideas o consideraciones a la fuerza mediante amenazas o maltratos hacia quienes se expresan o actúan de forma diferente.
La intransigencia, el fanatismo, los prejuicios y la arrogancia son las causas por las cuales los violentos imponen a la fuerza a otros, sus ideas, su estilo de vida o creencias.
La violencia sólo trae más violencia como consecuencia, y si no sabemos canalizarla será mas dañina que los problemas que la provocaron. La violencia en cualquiera de sus formas destruye nuestras vidas dejando una estela de rencores y odios que nos aleja más y más de una justa solución.
Claves para conseguir la paz
Evita reaccionar, piensa
La mayoría de las veces nos dejamos llevar por las emociones al momento de reaccionar negativamente. Te sugiero que la próxima vez te tomes un par de minutos para pensar en cuál es la mejor manera de actuar en ese momento, recuerda que eres un ser humano racional, y piensa que la otra persona pudiera estar alterada o mal informada, tranquilízala y mantén tú la calma. Resuelvan sus diferencias con serenidad y sin recurrir a la agresión.
Reconoce los derechos y la dignidad de los otros
Piensa que es posible que la otra persona tenga parte de la razón, trata de ponerte en su lugar para poder tomar una decisión justa, nada te da derecho para agredir a otro, ni siquiera el tener la razón. En caso de que no puedan ponerse de acuerdo, busquen un tercero que les ayude a resolver la situación.
Piensa en las consecuencias
En verdad, es tan importante aquello por lo que discutes. ¿Qué significa para ti? ¿No crees que puedas ceder y olvidarlo en vez de pasar un mal rato, además, con consecuencias imprevisibles..? ¡Ojalá! que el sentido común prime sobre el falso orgullo para que puedas evitar una situación difícil, inclusive una pelea o una separación. Recuerda que nada, pero nada, es tan importante como para hacernos perder la paz mental.
No te dejes envenenar
No permitas que los comentarios, las actitudes y el comportamiento agresivo o negativo de los demás te sabotee tu estado de paz interior y serenidad. Nada nos afecta por lo que es en sí sino por lo que nosotros pensamos acerca de ello. Administra las noticias negativas en tu vida para que no te hagan sentir abrumado y sin esperanzas.

¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa, todo va a estar bien!
Maytte

Tomando decisiones

Nuestros actos son producto de nuestras decisiones, y esas decisiones crean nuestra realidad, y por lo tanto nosotros podemos cambiar nuestra realidad. Lo que conforma nuestra realidad no es lo que hacemos de vez en cuando, sino lo je hacemos en forma consistente. Si no tomamos las decisiones de cómo queremos vivir, no estamos haciendo otra cosa que tomar la decisión de dejarnos dirigir por las circunstancias, en lugar de construir nuestra propia realidad.

Cuando se presenta el momento de tomar una decisión, la alternativa es: Decidir o no decidir. Decidir es comprometerse con los resultados que se quieren obtener, No Decidir es estar interesado en que las cosas sucedan sin que nosotros hayamos hecho nada para lograr los resultados. Normalmente, No Decidir es la peor de las decisiones, ya que las cosas sucederán de todos modos y lograrán su máxima expresión sin nuestra intervención.

Tres aspectos están involucrados al decidir:
1. En qué enfocar nuestra atención (Visión),
2. Que significa nuestra scisión para nosotros (Misión),
3. Qué hacer para alcanzar los resultados (Acción).

Hay varios elementos que influyen en decidir o no decidir y deberíamos tratar de descubrir cual de ellos afecta más nuestro proceso de toma de decisiones:
1. Nuestras Creencias,
2. Nuestros Principios y Valores,
3. Nuestras ] eferencias,
4. Nuestros Cuestiona mientes, y
5. Nuestros Estados Emocionales.

Ellos determinan porqué uno hace lo que hace, y porqué no hace algunas cosas que sabe que tiene que hacer. Si cambiamos cualquiera de estos cinco elementos en forma apropiada, estaremos actuando contra las causas del problema, en lugar de hacerlo contra los efectos.

Una decisión tiene solo dos resultados, o es acertada, o es errónea. En ambos casos queda el aprendizaje. Debemos esforzarnos a aprender de nuestros errores en lugar de castigarnos por ello, ya que si no aprendemos estamos destinados a repetir los mismos errores en el futuro.
El ser humano actúa basado en la motivación generada por el dolor o el placer. Cualquier decisión que tomamos está destinada a: 1. Evitar el Dolor, o 2: Obtener placer. A veces una decisión puede generar mucho dolor en el corto lazo, pero a largo plazo puede ser placentera, sin embargo, muchas veces decidimos no decidir por temor a ese dolor de corto plazo.

¿Cuándo es el momento de tomar una decisión? El momento crítico para tomar una decisión ocurre cuando percibimos que una situación que viene deteriorándose hacia el dolor, comienza a sufrir estancamiento. Cuando permitimos que una situación llegue al máximo nivel de dolor permitido, igual tendremos que tomar una decisión dolorosa, pero ya la autoestima personal y organizacional estará seriamente deteriorada. Para ayudarnos nosotros mismos a decidir, vinculemos el tomar una decisión importante con el placer, y el no tomarla con el dolor.

Seis pasos ayudan a mejorar la toma de decisiones:
1. Establezca con claridad lo que realmente desea obtener y qué es lo que le impide hacerlo ahora.
2. Asocie un fuerte dolor a no decidir ahora, y un gran placer a tomar la decisión en este momento.
3. Interrumpa las pautas de pensamiento, sentimiento y acción que lo limitan para actuar de manera decuada.
4. Busque nuevas alternativas que lo acerquen al placer y lo alejen del dolor.
5. Condicione sus nuevas lautas de acción hasta que sean consistentes, asegúrese del éxito de su decisión en el largo plazo, desarrolle la ompetencia inconsciente. Reevalúe y refuerce su decisión.
6. Ponga a prueba sus decisiones y déles tiempo para que omiencen a producir sus efectos positivos.

Sueños de semilla

 En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades.

...Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.

En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.

Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos.

Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas... para convertirse en árboles.

Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.

Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta.

Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez cegadora.

Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos... Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.

Nada hay que temer,... una sabiduría interior las acompaña... porque cada semilla sabe... cómo llegar a ser árbol...

La ciudad de los pozos

Aquella ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados, sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros mas pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias corrían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblecito humano.
La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se preciara debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no era lo superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente, los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron hasta tal punto que ya no podían incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, otros pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior…
Uno de ellos fue el primero. En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No pasó mucho tiempo hasta que la idea empezó a ser imitada. Todos los pozos utilizaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior. Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. Él pensó que si seguían ensanchándose de aquella manera, pronto se confundirían los bordes de los distintos pozos y cada uno perdería su identidad…
Quizá a partir de esa idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo más profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido…
Al principio tuvo miedo al vacío. Pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho…
Un día, algo sorprendió al pozo que crecía hacia dentro. Dentro, muy adentro, y muy en el fondo… ¡encontró agua!
Nunca antes otro pozo había encontrado agua.
El pozo superó su sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo sus paredes, salpicando sus bordes y, por último, sacando el agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa. Así que la tierra que rodeaba al pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en forma de hierba, de tréboles, de flores y de tronquitos endebles que se convirtieron en árboles después…
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido aquel milagro.
- No es ningún milagro - contestaba el Vergel - . Hay que buscar en el interior, hacia lo profundo.
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desestimaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ser más profundos tenían que vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas…
En la otra punta de la ciudad otro pozo, decidió correr también el riesgo de vaciarse…
Y también empezó a profundizar…
Y también llegó al agua…
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo…
- ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban.

- No sé lo que pasará - contestaba - Pero, por ahora, cuanta más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma…
Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.
No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto.
Habían descubierto la comunicación profunda que sólo consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar…

Jorge Bucay

El grano de café

Una joven se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.

No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.

Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte.

Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.

En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.

La joven esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y colocó en un tazón.

Sacó los huevos y los colocó en otro tazón. Coló el café y lo puso en un tercer tazón.

Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" "Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.

Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.

Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, Padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura.

Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.


"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"

¿Y cómo eres tu?

¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?

Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?

Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido?

Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?

¿O eres como un grano de café?

El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.

Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

La tristeza y la furia

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban  peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…

Hasta aquel estanque mágico y transparente se acercaron la  tristeza y la furia para bañarse en mutua compañía.

Las dos se quitaron sus vestidos y, desnudas, entraron en el  estanque.

La furia, que tenía prisa (como siempre le ocurre a la furia) sin saber porqué, se bañó rápidamente y, más rápidamente aún, salió del agua…

Pero la furia es ciega o, por lo menos, no distingue claramente la realidad. Así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, el primer vestido que encontró.

Y sucedió que aquel vestido no era el suyo, sino el de la tristeza…

Y así, vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calmada, muy serena, la tristeza terminó su baño y, sin ninguna prisa, con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se dio cuenta de que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo. Así que se puso la única ropa que había junto al estanque: el vestido de la furia.

Cuentan que, desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada. Pero si nos damos tiempo para mirar bien, nos damos cuenta de que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad, está escondida la tristeza.
Jorge Bucay

Los pavos no vuelan

Cuentan de un paisano de Catamarca que se encontró en el campo un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual… Decidió llevarlo a su casa. -¿Será de avestruz?- preguntó su mujer.
-No, no, es demasiado abultado- dijo el abuelo.
-¿Y si lo rompemos?- propuso el ahijado.
-Es una lástima, perderíamos una hermosa curiosidad respondió la abuela.
-Miren, ante la duda, se lo voy a colocar a la pava que está calentando los huevos, tal vez con el tiempo, nazca algo- afirmó el paisano.
Y así lo hizo.
Cuenta la historia que a los 15 días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego, miró a la madre con vivacidad y le dijo entusiasta:
-Bueno, ahora vamos a volar !
La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante crío y le explicó:
-Mira, los pavos no vuelan, a vos te hace mal comer tanto y apurado.
Entonces, todos trataron de que el pavito comiera más despacio, el mejor alimento y en la medida justa. Pero el pavito terminaba su almuerzo o su cena, su desayuno o merienda y les decía a sus hermanos:
-¡Vamos muchachos, vamos a volar!-
Todos los pavos le explicaban nuevamente:
- “Los pavos no vuelan, a ti te hace mal la comida”.
El pavito fue hablando más de comer y menos de volar. Así creció y murió… en la pavada general.
Pero no era un pavo. Era un cóndor. Había nacido para volar hasta los 7.000 metros. Pero como nadie volaba…
El riesgo de morir en la pavada general, es muy grande. Como nadie vuela…
Muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra, y otras puertas están cerradas porque nadie las abre.
El miedo al hondazo, es terrible. Pero la verdadera protección está en las alturas, especialmente cuando hay hambre de elevación y buenas alas!

Aprovecha el día

No dejes que termine sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber. No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y la poesía sí pueden cambiar el mundo. Porque pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de posibilidades.
La vida es desierto y oasis, nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye!!
Emite tu alarido sano por los techos de este mundo.
Valora la belleza de las cosas simples, y también la simpleza de la belleza.
No traiciones tus creencias, todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos, eso transforma la vida en un infierno. Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte.
No existe nadie tan sabio que no pueda aprender algo nuevo, como tampoco hombre tan pobre que no tenga algo por enseñar.
¡¡Aprende!! pero sobre todo aprende a vivir.
¡¡Enseña!! No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…

Deja a un lado las preocupaciones

Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión.
Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio:
- ¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?
Las respuestas variaron entre 20 y 500 gramos.
Entonces el conferencista comentó:
- No importa el peso absoluto.
Depende de cuánto TIEMPO voy a sostenerlo.
Si lo sostengo por un minuto, no pasa nada.
Si lo sostengo durante una hora,
tendré un DOLOR en mi brazo.
Si lo sostengo durante un día completo,
tendrán que llamar una ambulancia.
Pero es exactamente el MISMO peso, pero entre más tiempo paso sosteniéndolo, más pesado se va volviendo.
Y concluyó:
-Si cargamos nuestros PESARES todo el tiempo, luego, más temprano o más tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez MAS PESADA.
Lo que tienes que hacer es DEJAR el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente.
Tienes que dejar la carga de lado periódicamente, ¡De la forma que sea! Es reconfortante y te vuelve capaz de continuar.
Entonces, antes de que vuelvas esta noche a tu casa, deja afuera el pesar, en un rincón.
No lo lleves a tu casa.
Mañana podrás recogerlo otra vez, al salir.
La Vida es corta... ¡Aprovéchala!

Decálogo para una vida en armonía

1.Controle su lengua. Siempre diga menos de lo que piensa. Cultive un tono de voz bajo y agradable. El modo como dice algo es de tanta importancia como lo dice.

2.Sea cauteloso. Especialmente al hacer promesas. Luego, cumpla su palabra; no importa lo que le cueste.

3.Bendiga a otros. Nunca deje pasar la oportunidad para decir una palabra amable y alentadora a alguno, o acerca de alguien. Alabe el trabajo bien hecho, no importa quien lo haya realizado. Si la crítica es necesaria, sea constructivo; no lo haga con rencor.

4.Interésese en los demás. Averigüe sus anhelos, su bienestar personal, sus hogares y familias. Gócese con los que se gozan; con aquellos que lloran procure aliviar su dolor, o al menos acompañarlos. Hágale sentir a la otra persona cuánto vale.

5.Sea positivo. Procure evitar un espíritu negativo. Busque la posibilidad para avanzar y ayudar a otro a hacerlo.

6.Conserve una mente abierta. Cuando tengo que debatir con otra persona, discuta sin airarse. Una buena señal de las mentes superiores es la de poder estar en desacuerdo con otros, pero a la vez ser amigable.

7.Permita que sus virtudes hablen por sí mismas. Rehúse hablar de los males ajenos. Evite los chismes. Tenga por regla personal no hablar de otra persona a menos que sea algo bueno o estrictamente
necesario.

8.Tenga cuidado con los sentimientos ajenos. Los chistes y burlas acerca de otros no valen la pena. En muchas ocasiones pueden herir a las personas que menos nos imaginamos.

9.Sepa en qué basar su autoestima. Nunca preste atención a los comentarios hirientes o críticas dirigidas a usted. Viva de tal modo que la gente no crea lo malo que alguien dice de usted. No dejemos que nuestro espíritu se llene de amargura hacia los demás. Eso sólo producirá mala digestión y afectará nuestros nervios produciendo estrés.

10.No esté ansioso por recibir recompensas. Cumpla con su trabajo, sea paciente y mantenga siempre una disposición dulce y agradable.
Olvídese de sí mismo y usted será recompensado, en algún tiempo, en alguna forma, en algún lugar.
Autor Anonimo

El pescador

En cierta ocasión iba un ejecutivo paseando por una bonita playa vestido con sus bermudas (de marca), sus gafas de sol (también con marca muy visible), su polo (con mucha marca), su gorra (con marca destacada), su reloj (de marca y carísimo), su calzado deportivo (donde todo era marca), su móvil colgado de la cintura (el móvil con marca y la bolsa en la que colgaba, también) y su gomina en el pelo ( sin marca, pero tan abundante que uno podía adivinarla).
Eran las dos del mediodía cuando se encontró con un pescador que felizmente recogía sus redes llenas de pescado y amarraba su pequeña barca. El ejecutivo se le acercó…
- ¡Ejem! Perdone, pero le he visto llegar con el barco y descargar el pescado… ¿No es muy temprano para volver de faenar?
El pescador le miró de reojo y, sonriendo mientras recogía sus redes, le dijo:
- ¿Temprano? ¿Por qué lo dices? De hecho yo ya he terminado mi jornada de trabajo y he pescado lo que necesito.
- ¿Ya ha terminado hoy de trabajar? ¿A las dos de la tarde? ¿Cómo es eso posible? – dijo incrédulo, el ejecutivo.
El pescador, sorprendido por la pregunta, le respondió:
-Mire, yo me levanto por la mañana a eso de las nueve, desayuno con mi mujer y mis hijos, luego les acompaño al colegio, y a eso de las diez me subo a mi barca, salgo a pescar, faeno durante cuatro horas y a las dos estoy de vuelta. Con lo que obtengo en esas cuatro horas tengo suficiente para que vivamos mi familia y yo, sin holguras, pero felizmente. Luego voy a casa, como tranquilamente, hago la siesta, voy a recoger a los niños al colegio con mi mujer, paseamos y conversamos con los amigos, volvemos a casa, cenamos y nos metemos en la cama, felices.
El ejecutivo intervino llevado por una irrefrenable necesidad de hacer de consultor del pescador:
- Verá, si me lo permite, le diré que está usted cometiendo una grave error en la gestión de su negocio y que el “coste de oportunidad” que está pagando es, sin duda, excesivamente alto; está usted renunciando a un pay-back impresionante. ¡Su BAIT podría ser mucho mayor! Y su “umbral de máxima competencia” seguro que está muy lejos de ser alcanzado.
El pescador se lo miraba con cara de circunstancias, mostrando una sonrisa socarrona y sin entender exactamente adónde quería llegar aquel hombre de treinta y pico años ni por qué de repente utilizaba palabras que no había oído en su vida. Y el ejecutivo siguió:
- Podría sacar muchísimo más rendimiento de su barco si trabajara más horas, por ejemplo, de ocho de la mañana a diez de la noche.
El pescador entonces se encogió de hombros y le dijo:
- Y eso, ¿para qué?
- ¡¿Cómo que para qué?! ¡Obtendría por lo menos el triple de pescado! ¡¿O es que no ha oído hablar de las economías de escala, del rendimiento marginal creciente, de las curvas de productividad ascendentes?! En fin, quiero decir que con los ingresos obtenidos por tal cantidad de pescado, pronto, en menos de un año, podría comprar otro barco mucho más grande y contratar un patrón…
El pescador volvió a intervenir:
- ¿Otro barco? ¿Y para qué quiero otro barco y además un patrón?
- ¿Que para qué lo quiere? ¡¿No lo ve?! ¿No se da cuenta de que con la suma de los dos barcos y doce horas de pesca por barco podría comprar otros dos barcos más en un plazo de tiempo relativamente corto? ¡Quizá dentro de dos años ya tendría cuatro barcos, mucho más pescado cada día y mucho más dinero obtenido en las ventas de su pesca diaria!
Y el pescador volvió a preguntar:
- Pero todo eso, ¿para qué?
- ¡Hombre! ¡¿Pero está ciego o qué?! Porque entonces, en el plazo de unos veinte años y reinvirtiendo todo lo obtenido, tendría una flota de unos ochenta barcos, repito, ¡ochenta barcos! ¡Qué además serían diez veces más grandes que la barcucha que tiene actualmente!
Y de nuevo, riendo a carcajadas, el pescador volvió:
- ¿Y para qué quiero yo todo eso?
Y el ejecutivo, desconcertado por la pregunta y gesticulando exageradamente, le dijo:
- ¡Cómo se nota que usted no tiene visión empresarial ni estratégica ni nada de nada! ¿No se da cuenta de que con todos esos barcos tendría suficiente patrimonio y tranquilidad económica como para levantarse tranquilamente por la mañana a eso de las nueve, desayunar con su mujer e hijos, llevarlos al colegio, salir a pescar por placer a eso de las diez y sólo durante cuatro horas, volver a comer a casa, hacer la siesta,…?
El pescador respondió:
- ¿Y eso no es todo lo que tengo ahora?

Maestra, ¿Qué es el amor?

Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó:

* Maestra… ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:

* Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.

El primer alumno respondió:

* Yo traje esta flor… ¿no es bonita?

A continuación, otro alumno dijo:

- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.

Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.

La maestra se dirigió a ella:

* Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?

La criatura, tímidamente, respondió:

- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…

Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?

La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.

El amor es algo que se siente.

Hay que tener sensibilidad para vivirlo.
Autor desconocido

Entusiasmo a toda prueba

Cuando recordamos que todo pasa y que siempre lo que sucede es lo mejor… tenemos mayor capacidad de aceptar y dejar pasar. Cada uno de nosotros tiene un par de lentes a través de los cuales observa la vida, muchas veces lo que nos han enseñado, lo que hemos vivido en el pasado y hasta lo que nos dicen otros que tienen cierta influencia sobre nosotros, nubla o empaña el cristal a través del cual observamos e interpretamos todo lo que nos sucede cada día. Es por esto que la mayoría de las veces tenemos la tendencia a distorsionar la realidad para tomar el aspecto más negativo de cada situación. 


Cuando estás animado y contento, todo te parece más bonito, ganas seguridad en ti mismo y crees que podrás vencer cualquier obstáculo que se atraviese en tu camino; inclusive puedes relacionarte con más facilidad con los extraños y de manera más amable y cariñosa con tus seres queridos; eres más tolerante y hasta comprensivo con los errores que cometen los demás. ¿Cómo es que permites que de un instante para otro la aparición de una situación externa te cambie toda esa actitud positiva?

 

Cómo  mantenernos entusiasmados
Elabora una lista de frases positivas. 

Anota en tarjetas pequeñas algunos pensamientos positivos o frases que te sirvan para levantar el ánimo y fortalecer el espíritu. Léelas cuantas veces sea necesario para mantenerte entusiasta y optimista.

Cada vez que un pensamiento negativo surja en tu mente, dile que pensarás en ello el próximo viernes a las 6:00pm, cada vez que te aparezca repítele que pensarás en ello… el día más lejano y calmado que tengas. Hacerlo una y otra vez descansará tu mente y aliviará tu tensión. Recuerda ocuparte de darle solución a tus preocupaciones.

 

Busca la compañía de personas optimistas. 
Cuando sientas que tu estado de ánimo comienza a bajar, comparte con ese buen amigo o con tu pareja si es una persona entusiasta y positiva, para que con sus comentarios, energía y presencia te ayuden a mantenerte arriba.

 

Distrae tu mente. 
Realiza una actividad que mantenga ocupada tu mente para así desconectarla de tus preocupaciones y concentrarla en los otros aspectos positivos de tu vida. No te quedes solo y encerrado, pues así sólo lograrás empeorar tu estado de ánimo. Ver una película, escuchar radio, poner música rítmica y animada, cocinar, arreglar el jardín… son algunos de los recursos que puedes utilizar para sacarte adelante.

 

Fortalece tu capacidad de adaptación. 
Aprende a adaptarte a los cambios. Siempre habrá situaciones inesperadas, prepárate para que cuando lleguen no te agarren desprevenido y sin saber cómo manejarlas. Recuerda que la vida está en constante movimiento y cambio, de manera que tú también estás expuesto a ellos, trata de tomar siempre el aspecto más positivo de cada situación y sal rápidamente de todo lo negativo.
Conéctate a tus recuerdos positivos. 

Elabora una caja de recuerdos felices. Consigue una caja que te parezca especial, coloca en su interior una foto que te recuerde un lugar o un momento muy especial, una carta o una tarjeta que te haya enviado una persona querida, algún objeto pequeño que te recuerde el amor de tu pareja, un par de caramelos para endulzarte el momento, algún dibujo de tus hijos expresándote el amor, algo que represente la imagen de la Divinidad… y colócala en tu mesa de noche, en el clóset o debajo de tu cama. Cada vez que te sientas desanimado, ábrela y conéctate a sentimientos positivos y entusiastas a través de tus recuerdos. Todos podemos experimentar un estado de ánimo bajito, lo importante es no permanecer sumidos en él por largo tiempo.

Practica la sonrisa, fortalece tu confianza y renueva tu Fe, ¡Verás cómo haciéndolo tu perspectiva de la vida será más positiva!
Posterga tus pensamientos negativos. 

La verdad es lo que trasciende la aceptación y adaptación. En el camino que llamamos vida, existen muchas señalizaciones. La meta es llegar a nosotros mismos, a lo largo de una travesía en que muchas veces caemos en confusión y desconocimiento. Es necesario atizar el interés en las personas para que podamos recordar quienes somos en realidad y descubrir que la abundancia, plenitud y felicidad son alcanzables.
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